Más de 230 millones de niñas y mujeres que viven hoy en día son supervivientes de esta práctica abominable.
Como una de las manifestaciones más brutales de la desigualdad de género, la mutilación genital femenina inflige daños físicos y mentales profundos y de por vida, conlleva riesgos para la salud que pueden ser mortales y atenta contra los derechos de las mujeres y las niñas a la autonomía corporal, la seguridad y la dignidad.
Erradicar esta atroz violación de los derechos humanos es urgente, y es posible.
Como nos recuerda el lema de este año, estamos progresando, pero debemos acelerar el ritmo. Debemos reforzar los movimientos mundiales para acabar con actitudes, creencias y estereotipos de género nocivos. Y tenemos que construir alianzas sólidas entre gobiernos, organizaciones de base y supervivientes para impulsar la acción y eliminar esta lacra de aquí a 2030.
En el Pacto para el Futuro, acordado en las Naciones Unidas el pasado mes de septiembre, se recoge el compromiso de los Estados Miembros de eliminar la mutilación genital femenina combatiendo las normas sociales negativas y la discriminación de género.
Unamos nuestras fuerzas para que la mutilación genital femenina pase a la historia y garanticemos un futuro más brillante, más sano y más justo para todas las mujeres y niñas del mundo.