Testimonios de quienes se encuentran en la primera línea en las zonas rurales.
Desde el Amazonas hasta los Andes, los agricultores en pequeña escala en el Perú afrontan temperaturas extremas.
Incluso en la frondosa selva, Gening Tapullima Chashnamote tiene que regar.
“Antes habían riachuelos por las chacras, y ahora no hay”.
“Cuando no dispongo de agua en mi parcela, el suelo se seca mucho y mis plantas de cacao se estropean”, dice.
Por otro lado, en la alta montaña, las heladas y las sequías están echando a perder el cultivo de papas de Jorge Jurado Salvatierra. “El clima cambia todos los días”, afirma.
Jorge mantiene una asociación con el Proyecto de Desarrollo Territorial Sostenible (PDTS) para sembrar semillas resistentes a las heladas en invernaderos y modificar sus patrones de cultivo. “Si sembramos en septiembre, las heladas de diciembre acabarán por completo con nuestras plantaciones de papa, pero si lo hacemos en noviembre, las plantas pueden sobrevivir”, asegura.
En todo el mundo, las poblaciones rurales procuran construir un futuro mejor para ellas y para sus comunidades.
A causa del cambio climático, no solo encuentran dificultades para obtener sus medios de vida, sino que además han de recuperarse de los desastres climáticos.
Por ello, el indispensable que el mundo asuma el compromiso de ayudar a la población rural a adaptarse a esta nueva normalidad.