Mensajes y llamadas de esperanza
Una respuesta para contribuir a la seguridad alimentaria y la protección social liderada por tres agencias ONU: WFP, PNUD y el Programa de Voluntarios ONU.
Alrededor de 60 mil familias han recibido llamadas de esperanza gracias al apoyo de miles de voluntarias/os, una estrategia de cooperación liderada entre tres agencias ONU: WFP, PNUD y el Programa de Voluntarios ONU, mediante el voluntariado virtual ‘Nutriendo esperanzas, protegiendo familias’.
A dos años del inicio de la pandemia desatada por la COVID-19, sus efectos aún nos enfrentan a situaciones donde la pobreza, el hambre, la inaccesibilidad al sistema sanitario y de salud se han agudizado. Junto a ello, vivimos en un contexto de movilidad humana, especialmente de familias venezolanas que por razones de conflicto o en búsqueda de protección social y seguridad alimentaria salen de su país. Más de 1.3 millones de ellas tienen como destino el Perú y muchas se encuentran en tránsito, según el informe del Grupo de Trabajo para Refugiados y Migrantes del Perú.
Frente a esta coyuntura y con las múltiples muestras del poder ciudadano para contrarrestar los efectos de estas emergencias, nos preguntamos cómo incluir el voluntariado desde las estrategias del Sistema de la ONU. Los mensajes y llamadas de esperanza se han convertido en una respuesta interagencial que incluye a la ciudadanía frente a la inseguridad alimentaria y el limitado acceso de programas sociales. “Es increíble cómo se conecta con [las familias] migrantes y refugiados a través de una llamada, una llamada de esperanza, una llamada de aliento que nos sirve para seguir luchando en nuestro día a día”, nos cuenta David Sánchez, quien no solo fue voluntario en ‘Nutriendo esperanzas, protegiendo familias’, sino también, es migrante venezolano en el Perú.
Desde julio de 2021, venimos implementando el voluntariado ‘Nutriendo esperanzas, protegiendo familias’ para dar soporte en tele-orientación en nutrición y protección social al proceso de transferencias monetarias a familias refugiadas y migrantes venezolanas y comunidades de acogida como parte de afianzar y promover el nexo entre la acción humanitaria y el desarrollo, un esfuerzo conjunto entre el Programa Mundial de Alimentos (WFP), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Programa de Voluntarios de las Naciones Unidas (VNU) en el Perú. Esta propuesta vincula a la ciudadanía para orientar a las familias en temas nutricionales y de acceso a programas sociales, medios de vida y/o de asistencia humanitaria a través de mensajes de texto y llamadas telefónicas, propuesta que además incluyó a las organizaciones sociales y socios en territorio para proveer de información y el contacto de cada familia.
De esta forma, bajo este liderazgo interagencial y con la asignación de 14 Voluntarias y Voluntarios ONU, se ha logrado convocar a más de 17 mil personas quienes asumieron el desafío de formarse para convertirse en un/a voluntario/a que lleva esperanza a través de un mensaje o llamada. De ellas, más 4 mil voluntarias/os han concluido con esta gran labor y otros se encuentran en proceso de hacerlo. A la fecha, hemos llegado a alrededor de 60 mil familias con información sobre compra inteligente, alimentación saludable, salud materno infantil y programas sociales a los que pueden acceder en el Perú. Además, hemos podido recoger información clave que permita mejorar las políticas públicas, proyectos y programas que atienden la movilidad humana, así como visibilizar los esfuerzos de las intervenciones vigentes al respecto. En ese sentido, esta intervención responde no solo a una contribución directa sobre la alimentación, sino en generar mecanismos para promover el ejercicio de los derechos económicos, sociales y culturales como parte del desarrollo integral de las familias.
El poder de la información a través de una llamada de esperanza, sin duda, incrementa los recursos para tomar acción sobre su propia situación en las personas a las que orientamos, para empoderarlas y puedan ser autónomas de su propio desarrollo. Por ejemplo, Norbelys del Valle, migrante venezolana viviendo en la ciudad de Arequipa, nos cuenta: “nunca había recibido ninguna ayuda de nadie. Ahora que estoy con 8 meses de embarazo y puedo trabajar muy poco, este bono es de gran ayuda para alimentarme y alimentar a mi hijo. Además, me han enseñado a comprar y a saber economizar en el mercado porque ahora hago mi lista y compro solo lo que necesito. Mi hijo tenía algunos problemas de anemia, pero con sus recomendaciones ya está comiendo mejor y la enfermera me ha dicho que está bien alimentado”. Y es que unos minutos de dedicación para llamar a una familia, se pueden convertir en la llave a un mundo de oportunidades, como mejorar la salud en un momento crucial del desarrollo de los/as niños/as.
Indudablemente, estas llamadas resultan una doble vía de esperanza: para las familias y las/os voluntarias/os, ya que se genera soporte social entre ellos. “Como profesional en esta área, me tocó repensar que no todos tienen dinero para comer. Decimos cinco comidas al día, pero se esfuerzan para darle tres a los niños, ¿y los adultos? A las justas una o dos. Por eso, la tele-orientación en nutrición fue oportuna para promover una alimentación más equilibrada, saludable, variada y amigable con el medio ambiente”, cuenta Priscila Gutierrez, nutricionista y voluntaria líder de ‘Nutriendo esperanzas, protegiendo familias’. “Además, la información sobre los programas sociales, como el Seguro Integral de Salud, Qali Warma (programa de alimentación escolar) o cómo empezar a buscar un trabajo fueron recomendaciones que van a promover el cambio que buscamos. Por eso es una llamada de esperanza, porque brindas información para cambiar a toda una familia y las palabras de agradecimiento que recibes te cambian a ti”, agrega.
Por tanto, integrar voluntarias/os ONU y de la sociedad civil a las estrategias de las agencias ONU y los gobiernos para contribuir al desarrollo de los países y al propósito de no dejar a nadie atrás, es esencial y maximiza el alcance de los esfuerzos implementados, sobre todo en esta Década de Acción para cumplir la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Así, el voluntariado ‘Nutriendo esperanzas, protegiendo familias’ se consolida como una iniciativa que, bajo el liderazgo de Voluntarias/os ONU y una metodología de formación y gestión en cascada, logra movilizar a miles de voluntarios de la sociedad civil y multiplicar el alcance para orientar a familias refugiadas y migrantes y comunidades de acogida.
Aunque existen muchos desafíos para seguir contribuyendo a la seguridad alimentaria y la protección social de las familias, como fue el caso de Norbelys, la fuerza de la esperanza respaldada por miles de voluntarios, como David o Priscila, nos demuestran el compromiso ciudadano para hacer frente a cualquier pandemia. Estos son ejemplos de que la voluntad también se contagia y que una llamada de esperanza puede ser el sinónimo de mejora para toda la vida de una familia, logrando que nadie sea dejado atrás.
Por Sandra Lino Cárdenas, Voluntaria ONU Especialista en comunicación y fidelización de voluntarios