La contaminación por plásticos está asfixiando nuestro planeta y perjudicando los ecosistemas, el bienestar y el clima.
Los residuos plásticos obstruyen los ríos, contaminan el océano y ponen en peligro la fauna y flora silvestres.
Y, al descomponerse en partes cada vez más diminutas, impregnan todos los rincones de la Tierra: desde la cima del Everest hasta las profundidades del océano; desde los cerebros de las personas hasta la leche materna humana.
Sin embargo, existe un movimiento a favor de un cambio urgente.
Estamos siendo testigos de un compromiso público cada vez más firme...
De medidas para la reutilización y de una mayor rendición de cuentas...
Y de políticas para reducir los productos de plástico descartables y mejorar la gestión de residuos.
Pero debemos ir más lejos y más rápido.
Dentro de dos meses, los países se reunirán para negociar un nuevo tratado mundial que ponga fin a la contaminación por plásticos.
Necesitamos un acuerdo ambicioso, creíble y justo este año.
Un acuerdo que abarque el ciclo de vida del plástico, desde la perspectiva de las economías circulares...
Que responda a las necesidades de las comunidades...
Que se ajuste a objetivos ambientales más amplios, los Objetivos de Desarrollo Sostenible y los que se establezcan después...
Y que se aplique plenamente y sin demora.
Insto a los negociadores a que retomen las conversaciones en agosto con la determinación de encontrar una vía común para superar sus diferencias y lograr el tratado que nuestro mundo necesita.
Desde la unidad, acabemos con la lacra de la contaminación por plásticos y construyamos un futuro mejor para todas las personas.
Muchas gracias.