En todo el mundo, hacen frente a las embestidas del discurso de odio, las agresiones y las restricciones de sus derechos.
A ello se añaden los recortes en la financiación destinada a servicios de salud esenciales y a organizaciones de la sociedad civil, los cuales amenazan con causar aún más consecuencias desastrosas.
El tema del Día Internacional de este año, “el poder de las comunidades”, nos recuerda que juntos somos más fuertes. Las personas LGBTIQ+, y quienes colaboran con ellas para defender sus derechos, han demostrado una y otra vez el valor que aportan las comunidades como fuentes de apoyo y agentes de cambio.
Su ejemplo debería inspirarnos a todos para unirnos y hacer realidad un mundo donde todos los miembros de la familia humana puedan vivir con libertad, igualdad y dignidad. Codo con codo, debemos exigir que se deroguen las leyes discriminatorias, combatir la violencia y las prácticas nocivas y poner fin a la utilización de las comunidades marginadas como chivo expiatorio.
Las Naciones Unidas se enorgullecen de formar parte de esos esfuerzos. No descansaremos hasta hacer realidad los derechos de todos, sean quienes sean y amen a quien amen.