La intensificación de las divisiones geopolíticas y de la desconfianza están llevando las tensiones a nuevas alturas. En lugar de recurrir al diálogo y a la diplomacia para poner fin a la amenaza nuclear, se está gestando otra carrera armamentista nuclear, y los tambores de guerra están resurgiendo como táctica de coerción.
Tenemos que detener esta locura antes de que sea demasiado tarde. En este importante Día, el mundo debe transmitir un mensaje claro y unánime: la única forma de eliminar la amenaza nuclear es eliminar las armas nucleares.
El desarme y la no proliferación son dos caras de la misma moneda. El progreso en un aspecto estimula el progreso en el otro. Los Estados deben perseguir ambos objetivos con urgencia.
Los Estados poseedores de armas nucleares deben marcar el camino cumpliendo sus obligaciones en materia de desarme y comprometiéndose a no utilizar o amenazar con utilizar jamás armas nucleares, en ninguna circunstancia.
Para hacer frente a los retos actuales, incluidos los cambios tecnológicos que podrían aumentar la amenaza, es necesario reforzar y adaptar los tratados e instrumentos que procuran evitar la proliferación y los ensayos de armas nucleares y lograr su eliminación.
Hace apenas unos días, la Cumbre del Futuro —y el Pacto para el Futuro que de ella surgió— dieron lugar a un nuevo compromiso mundial para revitalizar el régimen de desarme mundial y hacer que nuestro mundo se acerque más a nuestro objetivo de lograr la eliminación total de las armas nucleares.
Nuestro futuro pende de un hilo. Eliminemos estas armas de nuestro mundo para siempre.