Una experiencia agroecológica transformadora en las alturas
10 julio 2024
Durante 2023, la crisis alimentaria global se sintió en el Perú y empujó a las familias a reducir la cantidad y calidad de los alimentos que consumían.
El hambre aumentaba mientras los pequeños productores, responsables de producir alrededor del 60 % de alimentos que llegan a los hogares, aún se recuperaban de las restricciones de la pandemia.
En este contexto, Jenny Ureta Romero –que creció en el distrito altoandino de Pucará, Huancayo– puso en práctica los conocimientos y las habilidades que adquirió desde pequeña, y empezó un emprendimiento de crianza de cuyes.
Cuando era niña, Jenny acompañaba a sus padres en las faenas agrícolas. Ella repetiría esta costumbre años después: “Mis dos hijas van a la chacra. Quiero que tengan este conocimiento, sobre todo ahora que se utilizan tantos químicos”.
Al principio, Jenny empezó a criar cuyes solo pensando en mejorar la alimentación de su familia, pero, a medida que acumulaba aprendizaje y experiencia, sus planes fueron cambiando: empezó a vender sus animales en Huancayo, el corazón comercial de la sierra central del Perú, y en Lima, la capital del país.
Hoy Jenny es una exitosa criadora agroecológica y una de las 25 integrantes de Las Maravillosas de Asca, una asociación de crianza de cuyes. “La clientela nos busca porque nuestros cuyes tienen un sabor distinto”, asegura. “Es una carne limpia de agroquímicos. Los alimentamos con granos, pastos naturales, el maíz y la cebada que nosotras mismas sembramos pensando en nuestra propia seguridad alimentaria”.
Esta valiosa experiencia se vio amenazada por la pandemia del coronavirus. El confinamiento obligatorio impedía la realización de ferias, y los productos alimentarios estaban bajo sospecha de ser focos infecciosos. ¿Qué hacer para enfrentar ese cambio inesperado?
El teléfono se convirtió en la primera herramienta de Jenny y sus compañeras para coordinar y cerrar ventas, al mismo tiempo que continuaban capacitándose. “Con el apoyo de Naciones Unidas y el municipio, se abrió una feria que cumplía con los protocolos sanitarios”, recuerda. Pero atraer a los consumidores no fue tarea fácil, pues aún no perdían el miedo.
Para cambiar esta situación, Naciones Unidas asistió técnicamente a productoras, productores y comerciantes en los temas de implementación de protocolos de salud y seguridad, inocuidad alimentaria, gestión de residuos sólidos, liderazgo y dinámicas integradoras dirigidas a fortalecer el trabajo en equipo en los mercados.
“Gracias a las Naciones Unidas, hemos aprendido a cuidar los alimentos y trasladarlos mejor. También nos enseñaron sobre los protocolos”, comenta Jenny. “Ahora nuestro producto sale más porque todas las personas quieren alimentarse mejor, todo el mundo quiere algo sano y nutritivo”.
En la feria, los clientes compran sin miedo y, de esta manera, les dan a estas emprendedoras –que crían a sus cuyes con cariño, esfuerzo y conocimiento técnico– la oportunidad de crecer y empoderarse.
Ante los efectos de la crisis alimentaria global, el Sistema de las Naciones Unidas en el Perú ha cooperado con el Gobierno nacional y los gobiernos regionales para fortalecer –con un enfoque multisistémico– las políticas dirigidas a reducir la malnutrición y la inseguridad alimentaria. De esta manera, contribuye a la construcción de un sistema alimentario más inclusivo, eficiente, resiliente y sostenible; a mejorar el acceso a un sistema de salud de calidad; a acceder a servicios de protección social sensibles a la nutrición, así como a abordar la educación nutricional.
El Sistema de las Naciones Unidas en el Perú ha apoyado (i) el fortalecimiento de las capacidades en temas de nutrición y salud, agricultura familiar y cadena de suministros; (ii) las intervenciones en diferentes territorios con el fin de reducir la anemia y la desnutrición; y (iii) la implementación de políticas que vinculen a los pequeños agricultores y emprendedores familiares con los mercados públicos y privados. Además, ha impulsado modelos de atención de los programas sociales que permitan la inclusión de los alimentos provenientes de la agricultura familiar.
Asimismo, se han logrado avances significativos en el acompañamiento al Gobierno para la implementación de la política de fortificación del arroz. Así, se ha conseguido que –por primera vez– el arroz fortificado sea ofrecido en los mercados locales y llegue a más de 3,6 millones de personas.
Por otro lado, se han apoyado con financiamiento proyectos de inversión pública enfocados en la reducción de la pobreza rural, la mejora de la productividad, el acceso a mercados, la resiliencia climática y la innovación en el sector de la agricultura a pequeña escala. Entre estos proyectos destaca Avanzar Rural, iniciativa implementada por el Midagri con una inversión conjunta total de 74,5 millones de dólares, que está logrando empoderar a las comunidades rurales para que sean protagonistas de su propio desarrollo.