Mujeres del mar: Creando olas de cambio
Jenny Pizarro, lideresa de la pesca artesanal en Marcona, está desafiando los estereotipos de género y creando nuevas oportunidades para las mujeres.
Son las 7:00 a.m. y Jenny Pizarro (54), vicepresidenta de la Asociación Realmar, inicia su descenso, junto a otras mujeres, hacia la playa Cueva Sur en la Reserva Nacional San Fernando, ubicada en la región de Ica, al sur del Perú. Avanzan por una duna de arena donde cada paso parece una batalla contra la superficie movediza que amenaza con desvanecerse bajo sus pies. Abajo, al pie del acantilado, se extiende la playa donde se realiza la colecta diaria del alga varada; llegar a ella requiere constancia, fuerza y tenacidad, cualidades que estas mujeres poseen en abundancia.
Jenny empezó a trabajar como recolectora de algas hace más de 30 años, siguiendo los pasos de sus hermanos y su mamá. En aquel entonces, eran muy pocas las mujeres que participaban en esta actividad. "Al inicio, los hombres no querían que las mujeres trabajáramos; ellos decían: 'Las mujeres son débiles, tienen que estar en la cocina, tienen que limpiar la casa'. Nosotras dijimos no. Con el tiempo hemos demostrado que tenemos la misma fuerza, las mismas destrezas", dice Jenny, con la determinación de una mujer luchadora, la misma que la ha catapultado como líder en un sector tradicionalmente dominado por hombres.
Como ella, muchas otras mujeres que trabajan a lo largo de la cadena de la pesca artesanal han tenido que enfrentar desafíos similares, luchando contra estereotipos y buscando reconocimiento en un campo donde la igualdad de género ha sido históricamente escasa. Estas mujeres han tenido que demostrar su valía constantemente, rompiendo barreras y abriéndose paso en un ambiente que no siempre les ha dado la bienvenida.
LA PARTICIPACIÓN DE LAS MUJERES Y EL CÍRCULO DE LA INVISIBILIDAD
En Perú, como en otros países de América Latina, las condiciones de trabajo para las mujeres en el sector pesca son precarias. Generalmente, las mujeres están ubicadas en puestos de trabajos inestables, mal pagados, informales y/o de mala calidad. A esto se suma que, debido a las diferencias en la naturaleza del trabajo en la cadena de valor de la pesca, las mujeres no gozan de pleno reconocimiento en el sector.
De acuerdo con el Censo Nacional de Pesca Artesanal (CENPAR), apenas un 14% de los pescadores artesanales registrados son mujeres; sin embargo, este censo solo registra a las personas ubicadas en las labores de extracción de los recursos.
La participación de las mujeres se centra principalmente en las actividades denominadas conexas o complementarias a la pesca, como la reparación de redes, la selección y el lavado, la preparación y la venta de pescado. Estas actividades esenciales, pero menos visibles, rara vez se registran en las estadísticas oficiales; como resultado, las políticas y programas de desarrollo tienden a ignorar las necesidades de las mujeres, perpetuando su invisibilidad.
Este ciclo de invisibilidad limita el acceso de las mujeres a recursos importantes como crédito y capacitación, y sus necesidades específicas no se abordan adecuadamente en la gestión de los recursos pesqueros.
Adicionalmente, el CENPAR (2013) muestra que, en el ámbito continental, solo el 9% de mujeres pertenece a alguna organización social de pescadores, lo que sugiere una baja representatividad en los espacios organizativos y de decisión. La estructura de la mayoría de las asociaciones de pesca artesanal refleja la persistencia de una cultura patriarcal. Estas asociaciones se componen predominantemente de hombres, relegando a las mujeres a un papel periférico en los Comités de Damas, que no les confieren la condición de socias plenas. Ellas a menudo se ven limitadas a actividades como el "pallaqueo", un término local que se refiere a la recolección de los restos de algas dejados por los hombres durante las faenas de la colecta y por el que reciben aproximadamente el 10% del pago que reciben los hombres.
Al no pertenecer formalmente a las organizaciones, no cuentan con derecho a voto ni a ocupar posiciones de liderazgo. Esta situación se refleja en la escasa presencia femenina dentro de las asociaciones pesqueras y en los espacios de toma de decisiones.
NUEVAS OLAS DE CAMBIO
“Siempre hubo machismo, a nosotras no nos daban ni voz ni voto, prácticamente nos arrinconaban. Solamente los hombres presidían las organizaciones; ellos tomaban las decisiones”, recuerda Jenny, "Pero poco a poco, empezamos a hacernos presentes, a oponernos y a asesorarnos. Así conseguimos que se nos incluyera. Me dieron el voto de confianza y fui elegida presidenta de la Asociación Realmar en dos ocasiones”.
Como presidenta, Jenny comenzó a introducir cambios significativos que desafiaron las normas establecidas y las tradicionales estructuras de poder dentro de las asociaciones pesqueras artesanales. Su liderazgo no solo se centró en la inclusión de las mujeres en todos los niveles de la asociación, sino en fortalecer su participación, asegurando que sus prioridades y necesidades sean incluidas en los procesos de toma de decisión.
La dirigencia actual refleja estos esfuerzos “Permitimos que hombres y mujeres se inscriban por igual. Hoy, el 50% de nuestros socios son mujeres. Trabajamos con equidad. Todos ganan lo mismo y reciben el mismo trato. Aquí, nadie minimiza a nadie”, señala Jenny con orgullo.
“Ahora hay más mujeres que se dedican a la recolección de algas, ya no es un tabú ver a una mujer trabajando o haciendo el mismo esfuerzo que los hombres", menciona Juana Quispe, socia de la Asociación Realmar.
El liderazgo de Jenny está inspirando a otras mujeres en la asociación, que ven en ella un modelo de determinación y éxito. “Una la mira a Jeny y dice: 'Si ella ha llegado, por qué yo no puedo llegar'”, comenta Olga Delgado, socia de Realmar.
ENTRELAZANDO REDES
La experiencia de Jenny como líder en la pesca artesanal no ha sido fácil, todavía se enfrenta a barreras significativas cuando participa en reuniones con otros representantes del sector. “En una ocasión me sacaron de una reunión y me mandaron a tomar café mientras ellos firmaban las actas, no me dejaban firmar, me dijeron espere acá”.
Jenny recuerda un episodio particularmente desafiante que reforzó su convicción en la necesidad de combatir la discriminación de las mujeres en la pesca. “Una vez nos mandaron un oficio para que se retiraran todas las mujeres de la actividad de colecta de alga; nosotras nos fuimos al Ministerio de la Mujer y al Ministerio de la Producción, y logramos sacar una Ordenanza del Gobierno Regional de Ica que señala que no se puede discriminar el trabajo de la mujer", recuerda.
En el año 2023, tuvo la oportunidad de participar en el Encuentro Iberoamericano de Mujeres de la Pesca Artesanal, organizado en el marco de las acciones del Proyecto Humboldt II, impulsado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Perú y Chile. Inspirada por las historias y las luchas compartidas, Jenny se convirtió en una ferviente creyente de que, unidas, las mujeres podrían tejer una red más sólida de apoyo mutuo y reconocimiento. Esta convicción la ha impulsado a liderar la conformación de una federación de mujeres de la pesca artesanal en el país.
“En Chile tuve la oportunidad de ver cómo las mujeres se están organizando y formalizando; han establecido una Red Nacional de Mujeres de la Pesca Artesanal. Junto a otras mujeres estamos impulsando la creación de una Federación Nacional de Mujeres de la pesca artesanal en el Perú”.
Con redes de apoyo más fuertes y una representación más inclusiva, el futuro de la pesca artesanal promete ser más resiliente y sostenible, un futuro que reconoce y celebra la contribución esencial de las mujeres, pilares fundamentales de este sector.
EL PROYECTO HUMBOLDT II
El Proyecto Humboldt II es una iniciativa Binacional Chile - Perú, ejecutada por la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (SUBPESCA) y el Viceministerio de Pesca y Acuicultura del Perú (VMPA-PRODUCE) e implementada por el PNUD, con el cofinanciamiento del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés).
El proyecto Humboldt II está trabajando con las mujeres de las comunidades pesqueras artesanales de Marcona, Changuillo, Paracas y Atico, en Perú, para ampliar y mejorar sus conocimientos en gestión y liderazgo, robustecer sus oportunidades de generación de ingresos y promover su empoderamiento económico. De esta manera, se fomenta su inclusión en roles de liderazgo y en la toma de decisiones dentro de las organizaciones pesqueras. A la par, se busca promover redes de aprendizaje e intercambio de experiencias entre mujeres de ambos países.
Historia: Luciana Mendonza / PNUD Perú - Fotografías: Jasmin Ramirez / PNUD Perú