Que nos coja preparados
Por Marcel Velásquez, oficial nacional de Asuntos Humanitarios, OCHA Lima.
Un sismo de gran magnitud frente a las costas de Lima es posible en cualquier momento. Si ocurriese en este instante, un sismo de 8.8 grados de magnitud causaría 110 mil fallecidos y 2.1 millones de heridos, así como millones de damnificados.[1]
Esta realidad, más que ser una máxima fatalista, es un llamado a la acción a todo nivel de la sociedad: a nivel personal, nos conmina a desarrollar con nuestros seres queridos nuestros Planes de Emergencia Familiar[2]; en nuestros centros de trabajo o recreo, a actualizar las medidas de seguridad y elaborar planes de continuidad operativa; y por supuesto, a nivel del Estado, a generar marcos normativos, como la reciente Política nacional de gestión del riesgo de desastres al 2050[3], y promover inversiones públicas y privadas resilientes y sostenibles, entre otras acciones.
A nivel internacional, la Oficina de Asuntos Humanitarios de la Organización de las Naciones Unidas (OCHA)[4] ha establecido mecanismos para asegurar que, en el momento en que sea necesario, todos los países puedan contar con un apoyo raudo, organizado y diseñado para atender las necesidades específicas humanitarias.
Desde hace 13 años el Perú cuenta con la Red Humanitaria Nacional (RHN), la cual es copresidida por el Coordinador Residente de Naciones Unidas en el Perú y por el Jefe del Instituto Nacional de Defensa Civil[5], y agrupa a más de 40 organizaciones humanitarias, las más grandes y activas de la sociedad civil, del sector privado, estatales y de la comunidad internacional, las cuales se reúnen para planificar la respuesta a desastres, fortalecer capacidades y, cuando ha sido necesario, actuar coordinadamente.
La RHN ha permitido al Estado contar con una “ventanilla única” de asistencia humanitaria internacional la cual, en caso de una gran crisis, conforma el “Equipo Humanitario de País”, moviliza recursos financieros y humanos internacionales y apoya al Estado en la respuesta. Durante El Niño Costero, por ejemplo, la RHN movilizó USD 27.4 millones y realizó más de 2.5 mil intervenciones, atendiendo las necesidades de 900 mil personas afectadas o damnificadas por las inundaciones. En la pandemia que enfrentamos actualmente, los miembros de la RHN han asistido a 5.9 millones de personas mediante 1.6 mil intervenciones en materia alimenticia, de salud, albergue, y protección, entre otras.[6]
Las secuelas sociales, económicas y sanitarias de la pandemia plantean retos únicos a nuestros países, retos que, en caso ocurra también un desastre de gran magnitud, serán demasiado complicados como para enfrentarlos por nuestra cuenta. El 2022 será un año crítico para que la RHN actualice, junto a las autoridades nacionales y representantes de la sociedad civil, los planes de contingencia ante grandes desastres, implemente sistemas mucho más ágiles de gestión de la información sobre desastres y apoye a las poblaciones más vulnerables de nuestro país. Sólo de esta manera, podremos garantizar que cuando ocurra el próximo gran desastre, éste nos coja, no necesariamente confesados sino más bien, preparados para no dejar a nadie atrás.
[1] Centro Nacional de Estimación, Prevención, y Reducción del Riesgo de Desastres. https://www.indeci.gob.pe/wp-content/uploads/2019/01/201711231521471-1.pdf
[2] https://www.indeci.gob.pe/preparacion/plan-familiar-de-emergencias/
[3] https://www.gob.pe/institucion/pcm/informes-publicaciones/1892252-politica-nacional-de-gestion-del-riesgo-de-desastres-al-2050
[5] Entidad encargada de coordinar y conducir la respuesta nacional en caso de un desastre de gran magnitud.
[6] https://app.powerbi.com/view?r=eyJrIjoiOWU2YzgxODMtZTkzMC00ZmE3LTg1Y2EtZTZhZjM1ZjY1MTRmIiwidCI6IjBmOWUzNWRiLTU0NGYtNGY2MC1iZGNjLTVlYTQxNmU2ZGM3MCIsImMiOjh9