Blog: Escuelas cerradas, oportunidades perdidas
Por Ana de Mendoza, representante de UNICEF en el Perú
Treinta dos años han pasado desde la promulgación de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), el tratado internacional que han firmado y adoptado todos los estados miembros de las Naciones Unidas, con excepción de uno.
Si bien la CDN ha permitido al Perú, como a muchos países del mundo, importantes avances para garantizar derechos fundamentales a las niñas, niños y adolescentes, antes de la pandemia todavía quedaba un largo trecho para alcanzar la meta de todos los derechos para todos los niños, niñas y adolescentes. Después de veinte meses conviviendo con el coronavirus, lo avanzado peligra, especialmente en el campo educativo.
Antes de la pandemia el Perú estaba avanzado en cobertura de matrícula educativa. La matricula de niños, niñas y adolescentes en edad escolar alcanzó en el 2019 el 93.9% en nivel inicial, 97.3%, en primaria y 87% en secundaria. Sin embargo, preocupaban los logros de los alumnos en comprensión lectora y en operaciones matemáticas. Durante el último año de escolaridad presencial, la Evaluación Censal de Estudiantes (ECE) reveló que solo 14.5% de estudiantes de segundo de secundaria comprendía lo que leía y apenas 17.7% resolvía operaciones matemáticas que se esperaba pudieran resolver en ese grado. Tras estos promedios nacionales estaba otra gran realidad: las brechas entre el mundo urbano y rural, y el mestizo e indígena.
Al sumarse a esta realidad pre pandémica la experiencia educativa del 2020 y 2021 se ahonda la preocupación. Y es que la gran mayoría de la población escolar sigue sin poder volver a las aulas y por ende sus posibilidades de aprendizaje se han visto seriamente menguadas. Es verdad que el Estado ha realizado esfuerzos por poner en práctica la estrategia de educación a distancia Aprendo en Casa, pero durante la ejecución se encontró que la educación a distancia a través de la radio y la televisión ya no estaba vigente. Además, en varios lugares, era imposible implementarlas porque en el Perú, país considerado de ingresos medios altos, todavía hay hogares que carecen de electricidad. Al inicio de la pandemia alrededor del 9% de los estudiantes peruanos vivía en áreas donde no se podía acceder a ninguna modalidad de vínculo con Aprendo en Casa.
Para muchos niños, niñas y adolescentes la escuela es además del espacio en el que aprenden y socializan, el lugar en el que están protegidos por algunas horas de la violencia familiar o de la adversidad de la calle o aquel en el que pueden obtener una comida completa y nutritiva. Aprendizajes, socialización, protección y nutrición, peligran mientras las aulas sigan vacías.
Las autoridades educativas peruanas aprobaron en setiembre el Plan Nacional de Emergencia del Sistema Educativo Peruano. Esta primera medida para recuperar y consolidar aprendizajes y asegurar las condiciones para el retorno seguro de las y los estudiantes a la semi presencialidad y presencialidad plantea metas y plazos que alumnos, madres y padres de familia, y pedagogos, así como profesionales de salud consideran se pueden acelerar.
Por meses, uno de los argumentos para no abrir las escuelas ha sido la cobertura de la vacunación. Tras la inmunización de la mayoría de los docentes (84%) y madres y padres de familia pudieron abrirse las puertas de las escuelas para dar paso a las clases semi presenciales, pero hasta ahora, no ha sido así.
El informe de octubre de Unicef para América Latina y el Caribe sobre el Estado de Reapertura de Escuelas situaba al Perú entre los países de la región en los que menos estudiantes (4.4%) se habían beneficiado con la semi presencialidad. Por su parte, un reporte del Ministerio de Educación de fines de octubre daba cuenta que el 87% de las escuelas peruanas se encontraban habilitadas para recibir en modalidad semi presencial a las y los estudiantes peruanos, pero solo lo hacían alrededor del 6%.
Las condiciones para la reapertura están dadas. Se requiere seguir mirando al virus con respeto, pero no podemos permitir que nos inmovilice al punto de dejar que el presente y futuro de la niñez y adolescencia se nos escape de las manos. Es hora de sumar a favor de la reapertura. Si la totalidad de las escuelas no abre pronto, tres décadas de esfuerzos para garantizar los derechos consagrados en la CDN se pueden perder y toda una generación se quedará atrás.