En julio de 1995, más de 8.000 hombres y niños musulmanes de Bosnia fueron asesinados de manera sistemática. Miles de mujeres, niños y ancianos se vieron desplazados a la fuerza y sus vidas quedaron rotas para siempre. La intención era eliminar a los bosníacos de Srebrenica.
Recordamos a las víctimas y rendimos homenaje a la valentía de los supervivientes, como las Madres de Srebrenica, cuyo incansable afán de justicia logró que el genocidio se reconociese tanto en el derecho como en la historia.
Este día no solo es un momento de reflexión: es una llamada a la alerta y a la acción.
Cuando el discurso de odio, el negacionismo y la división van ganando terreno, debemos mantenernos firmes en aras de la verdad y la justicia. Debemos detectar las señales de alerta temprana y responder antes de que la violencia cobre arraigo. Debemos respetar el derecho internacional, defender los derechos humanos, hacer valer la dignidad de toda persona e invertir en la reconciliación y la paz.
Que el recuerdo de Srebrenica refuerce nuestra determinación para que “nunca más” realmente signifique nunca más.