Mientras tanto, sus precios siguen cayendo en picado.
En el Día Internacional de la Energía Limpia celebramos esta revolución. Pero también reconocemos los retos que tenemos por delante.
No hay duda de que la era de los combustibles fósiles va a terminar. Pero los Gobiernos deben garantizar que termine de forma rápida y justa. Esto es esencial para salvarnos de lo peor de la crisis climática y conectar a todas las personas con la energía limpia, sacando a millones de ellas de la pobreza.
Este año ofrece una oportunidad sin precedentes para que los países ajusten sus ambiciones climáticas a sus estrategias nacionales de energía y desarrollo. Todos los países se han comprometido a elaborar nuevos planes de acción climática que se ajusten a la limitación del aumento de la temperatura global a 1,5 grados centígrados. Deben cumplir ese compromiso con planes que abarquen todos los gases de efecto invernadero y sectores; trazar un mapa justo para la eliminación gradual de los combustibles fósiles; y contribuir al objetivo mundial de triplicar la capacidad de las renovables para 2030.
El G20 tiene las mayores capacidades y responsabilidades, por lo que debe ejercer el liderazgo. Todo esto debe lograrse de conformidad con el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas. No obstante, todos los países deben hacer más.
También necesitamos medidas para que la financiación fluya hacia la revolución de las renovables en los mercados emergentes y las economías en desarrollo. Esto incluye aumentar la capacidad de préstamo de los bancos multilaterales de desarrollo, hacer frente al elevado costo del capital y tomar medidas eficaces en relación con la deuda.
En el Día Internacional de la Energía Limpia, comprometámonos con una era internacional de la energía limpia cuyo núcleo sea la rapidez, la justicia y la colaboración.