Se cobró millones de vidas, destrozó las economías, llevó a los sistemas de salud al borde del abismo y perturbó la vida cotidiana de toda la humanidad.
Puede que la crisis haya pasado, pero ha dejado dolorosas enseñanzas: el mundo está muy mal preparado para la próxima pandemia. Los brotes de viruela símica, cólera, poliomielitis y la enfermedad por el virus de Marburgo son alarmantes recordatorios de que las enfermedades infecciosas son, aún hoy, un peligro real para todos los países.
En este Día Internacional de la Preparación ante las Epidemias, hago un llamamiento a los países a que tengan en cuenta las enseñanzas de las emergencias sanitarias del pasado para ayudar a preparar al mundo para las siguientes.
Para ello, hay que construir sistemas de salud pública y atención primaria de salud que sean resilientes y cumplir la promesa de la cobertura sanitaria universal. Hay que invertir con audacia en la vigilancia y la detección de las pandemias y la respuesta a ellas. Y hay que garantizar el acceso equitativo a los recursos que salvan vidas, como las vacunas, los tratamientos y los medios de diagnóstico.
En especial, hay que promover la solidaridad mundial. Hago un llamamiento a los países para que cumplan el histórico Acuerdo sobre Pandemias a fin de velar por que todo el mundo mejore la colaboración para prevenir y contener las pandemias futuras.
Hoy, y todos los días, comprometámonos a trabajar juntos por un mundo más seguro y saludable para todos, en todas partes.