Los inodoros son fundamentales, promueven la salud humana, impulsan el desarrollo y ayudan a todos, especialmente a mujeres y a niñas, a vivir con dignidad.
Pero son demasiados quienes se ven privados de este derecho humano básico. Al ritmo actual, 3.000 millones de personas seguirán viviendo sin un saneamiento gestionado de forma segura en 2030.
Este año, el Día Mundial del Retrete pone de relieve las amenazas que los conflictos, el cambio climático, los desastres y el abandono suponen para el saneamiento.
Insto a todos los gobiernos a que apoyen la Estrategia de las Naciones Unidas para el Agua y el Saneamiento, den prioridad al agua limpia y al saneamiento en todos los presupuestos e inviertan en infraestructuras resilientes al clima que puedan proteger estos sistemas de los fenómenos meteorológicos extremos.
Debemos trabajar para ampliar la ayuda a los países en desarrollo —mediante financiación y tecnología— para construir y mantener estos sistemas vitales.
Y todas las partes en conflicto deben dejar de atentar contra infraestructuras de agua y saneamiento.
No escatimemos esfuerzos para cumplir nuestro compromiso de agua y saneamiento para todos, y garantizar que todas las personas del mundo puedan hacer realidad este derecho fundamental.