El futuro que se construye desde el taller
“Sí se puede empezar desde cero: teniendo apoyo, uno pone empeño y sale adelante”, cuenta orgullosa Jennifer, emprendedora venezolana, desde su hogar en Tumbes.
A través de servicios de asistencia humanitaria e integración socioeconómica, las Naciones Unidas ha ayudado a miles de migrantes y refugiados a comenzar una nueva vida en el Perú.
Iván y Jennifer emigraron de Venezuela en 2018 y se establecieron en Tumbes, Perú. Más de dos mil kilómetros atrás quedó su casa, su trabajo, sus amigos y, lo más importante, su hija menor. “Fue algo fuerte y traumático, pero siempre decía ‘estoy haciendo esto por ellas’”, recuerda hoy Jennifer. En Venezuela, ambos trabajaron más de diez años en una farmacia; y en el Perú, tuvieron que reinventarse. Hoy, Iván trabaja en vidriería y Jennifer es costurera y tiene un negocio de comida venezolana.
La pandemia los llevó al filo de vivir situaciones muy apremiantes.
“Hubo momentos en que desalojaron a mucha gente porque no tenían con qué pagar”, comenta Jennifer.
La pareja participó en un proyecto de asistencia humanitaria de OIM que les permitió, a través de un bono, satisfacer necesidades urgentes como alquiler de su vivienda y la compra de alimentos. “Eso nos quitó un peso de encima”, comenta.
En 2020, Jennifer participó en taller de 10 meses en confección y costura, organizado por la OIM. La organización le entregó una nueva máquina con implementos, como telas y agujas. “Es un talento que tenía oculto”, recuerda. Con lo aprendido en las sesiones, ha confeccionado polos y casacas para la venta y generó un ingreso para su familia.
Desde entonces, Jennifer compró una segunda máquina para aumentar su producción y atender más pedidos. “Quiero especializarme para crear vestidos y ropa a la medida”, cuenta. Para ella, la costura no sólo le trajo un sustento de vida, sino también una distracción.
“Me gusta lo que hago: me quita el estrés y me olvido del mundo”.
Por su parte, Iván recibió capacitación en vidriería y se le entregó una máquina de trabajo, con lo que también produce bienes como marcos, mamparas y más para la venta.
Dos años después, Iván y Jennifer se reencontraron con su pequeña hija en Tumbes, quien ahora estudia en una escuela local. Ellos sueñan con tener un hogar propio en Tumbes, ofrecer a sus hijas la posibilidad de seguir estudios superiores y adquirir un local donde puedan ofrecer los servicios que ofrecen.
Como ellos, más de 12 mil personas refugiadas y migrantes han recibido asistencia directa de ONU Perú, el Estado peruano y sus socios humanitarios para integrarse y generar medios de vida que les permitan sostener a sus familias y proveer servicios a sus comunidades de acogida.